Banda: King DiamondLugar: Explanada del Estadio Azteca – Ciudad de México – 10 de diciembre de 2024Promotor: MusicVibeFotos: Raúl Reyes Zúñiga
De suelos pantanosos emerge, desde las entrañas de la oscuridad, un grito que anuncia la llegada del príncipe de la blasfemia. La ceremonia está por comenzar. Los clérigos abren las puertas del templo sagrado para dar acceso a una doctrina oscura y perversa que amenaza con sumergirlo en una locura extrema. El rito promete ser sangriento. En medio de profecías falsas y misteriosas, un nuevo episodio comienza a escribirse bajo el conjuro que lleva por nombre “Saint Lucifer’s Hospital 1920”.
Foto: Raúl Reyes Zúñiga
Este es el título de la gira que King Diamond hizo nacer en el otoño de Norteamérica y que logró expandir a tierras aztecas. Próximamente, durante la primavera y el verano de 2025, se extenderá al continente europeo, mencionándose ya su participación en el festival Rock Imperium en España.
El “personal del hospital” de King Diamond suministró, en la explanada del Estadio Azteca, la dosis perfecta de metal. Aquella noche, los músicos ofrecieron una verdadera cátedra musical, sin espejismos, logrando una comunión inmediata con su público. La banda brilló al máximo en un espectáculo lleno de terror, pero, sobre todo, lleno de buen metal. Los potentes riffs a cargo de Mike Wead y Andy LaRoque estremecieron a los asistentes. El músico danés nos condujo por un recorrido musical lleno de catarsis y esquizofrenia, con temas de altísima manufactura.
Con magia y presencia, King Diamond dominó desde el primer momento el escenario y al público. El recorrido histórico-musical inició de manera estoica con “Arrival” (2007), un tema rotundo que levantó enardecidos cientos de puños que coreaban el nombre: “Diamond, Diamond”. A Mansion in Darkness fue otro de los temas que captó brutalmente la atención de todos los asistentes.
La escenografía fue una verdadera genialidad: un hospital de dos niveles con fetos encapsulados, sonámbulos destrozando violines sobre el escenario, ancianos en sillas de ruedas llenos de maldad y chicas encerradas en ataúdes de cristal implorando ser liberadas. Todo esto obligaba a imaginar la teoría del terror concebida por el músico danés.
Foto: Raúl Reyes Zúñiga
Elegante y vestido de negro, King Diamond se tomó el tiempo para presentar a cada uno de los integrantes de su banda. Comenzó con la talentosa Myrkur, quien, desde la parte alta del escenario, saludó al público y ofreció una clase magistral en los teclados y coros. Al presentar a Mike Wead en la guitarra, Diamond hizo un paréntesis para mencionar que este músico lo ha acompañado durante mucho tiempo, especialmente con Mercyful Fate. Luego llegó el turno de Pontus Egberg en el bajo y, al referirse a la batería, Diamond destacó la presencia de Matt Thompson, su compañero de muchos años.
Finalmente, con el gran Andy LaRoque en la guitarra, el líder de la banda realizó una reverencia, mientras el guitarrista recibía una cascada de aplausos.
La noche en la explanada del Estadio Azteca estuvo envuelta en misticismo. Los temas atacaban directamente a la yugular del público, sin importar si estos pedían clemencia. La adrenalina se apoderó de los asistentes con un setlist descomunal, compuesto por 19 temas brutales suministrados de manera letal durante una hora y treinta y cinco minutos.
“Helloween” y “Voodoo” entraron como un cuchillo en los asistentes, llevándolos a un mundo fuera de la realidad. La ofrenda resultó incluso mejor de lo que Diamond esperaba. En todo momento, el músico agradeció al público azteca el cálido recibimiento.
El audio de la banda fue impecable, permitiendo que el público se sumergiera en pasajes oscuros con un ritmo machacante y profundo. Indudablemente, fue difícil regresar a la realidad después de tanta dosis metalera. King Diamond ofreció una puesta en escena magistral e inolvidable.
Aplausos para MusicVibe, que continúa destacándose en cada evento por su orden y trato profesional hacia los medios.
Source: metalhammer.es