Crónica: El increíble estreno del Pirata La Mancha rompiendo récords

Crónica: El increíble estreno del Pirata La Mancha rompiendo récords

El año pasado, se estrenó el Pirata Madrid con un triunfo tan grande cuyo eco aún todavía escucha por los rincones más lejanos de la península ibérica. La capital quería quedarse con el exclusivo festival de punk/rock, aunque la jugada no se le salió del todo bien. Muchas ciudades se quisieron sumar al abordaje de la mejor música que ha marcado generaciones en la Historia, mencionando Valencia, Gijón, Barcelona… En todo el centro de Castilla La Mancha, las aventuras de Don Quijote y Sancho Panza volvieron a la vida cuando los cuatro molinos de Alcázar de San Juan dieron su beneplácito a acoger una edición del Pirata como apertura a la feria y fiestas locales. Sonriendo al destino, el público se movilizó (en masa) para que la locura y el desenfreno corriera por las venas de la vasta comunidad. Mediante un elenco de artistas venido de distintos puntos de la geografía y portando sus banderas artísticas, el Pirata La Mancha se cobró una excelencia de conciertos en directo que, salvo catástrofes o impedimentos mayores, va a repetirse mucho tiempo en los dominios de la excelsa literatura y escenificación de España.






 

The Gagarins


La guerra fría acabó hace tiempo y todavía hay ciertos hechos que la mantienen muy viva. Icono de la cultura postmodernista del cambio de milenio, la división del bloque mundial hizo que una banda alcazareña se influenciase en la URSS y el héroe Yuri Gagarin, primer ser humano lazando al espacio. Con un sonido tremendamente eslavo y de temática arraigada al ámbito instrumental, el original quinteto de vestimenta anaranjada rusa abrió el Pirata La Mancha con un público que ya se agolpaba en las primeras filas para ver a sus ídolos. En una decoración izquierdista y mediante guiños continuos al bien común y social, el setlist se guió en la presentación del último álbum, siendo muy bien recibido por los asistentes y que está marcando un éxito de ventas. Utilizando la pantalla digital trasera cual película escénica, pudimos disfrutar de una música repleta de elementos soviéticos y una magistra lección de María José a la trompeta. Su continua alegría y sonrisas se igualaban al resto de compañeros, los cuales ran conscientes del apoyo social que se recibía de la ciudad y cercanías. Entre Miguel y Jaime se repartían la destreza guitarrera del espacio y la conquista del mismo; ¡dignos hijos de Mr. Gagarin! Por detrás y más presente que lo habitual en un baterista, Rubén pilotó la nave grupal con calma y mucha solidez en el estupendo sonido general. No se puede olvidar al bajo de Alberto, cuyos graves ayudaron a la consistencia de la base estructural. Para una hora de actuación, es meritorio el hecho de que The Gagarins nos hiciese sentir el vacío del universo en el cuerpo, pero repleto de melodías tan vivas que abrieron el festival de la mejor forma posible. Puede que mucha gente le fuera indiferente a la novedad artística, y eso nos llevaría a dar el favor a The Gagarins y su esfuerzo en romper la rutina preestablecida del punk/rock actual.


Reincidentes


De vuelta a la Tierra y el atardecer en sus comienzos, el primer bocado de renombre en el Pirata manchego corrió a cargo de la veteranía antisocial y rebelde de Reincidentes, el legendario cuarteto sevillano. Con más fuelle que nunca y una tremenda influencia de los últimos acontecimientos sucedidos en la pandemia de la Covid19, la edad no es ningún impedimento para que Fernando y compañía sigan moviendo masas allá donde van. En un apoyo social desmesurado y con coros exaltados de una sociedad harta de tanta desidia y maldad, la insurrección musical de Reincidentes es una bomba que dinamita un festival y lo expone a un éxito colosal. La gente quería mucha fiesta para combatir el calor circundante, así que mediante el típico sonido que la banda se gasta desde hace décadas, el repaso a la prolífica discografía nutrió los sentimientos y recuerdos de un público que vivió el momento como si fuera el último. Jóvenes estudiantes de vacaciones, adultos con responsabilidades, recientes ancianos de amplia experiencia… La edad no tiene importancia cuando había que cantar, a pleno pulmón, himnos inmortales como «Vicio», «¡Ay, Dolores!» o el guiño sureño «Andaluces, Levantaos» (¡Cuántas banderas al aire por un mundo más igualitario y justo!)


Cabello largo o greñas alocadas, flaco o bien hermoso… Fernando deja su lado polifacético del cuerpo en favor de su destreza bajista, la cual posee una plena admiración por la gran mayoría de los músicos a los graves. A través de su perpetua carisma y voluntad que le hace ser un icono de la industrial punk/rock nacional, se convirtió en el guía vocal de la velada, consiguiendo que el público cantase por él. Este hecho esencial de vínculo social se reforzó con Javi y Juan, cuyas guitarras no sólo eran los altavoces de los ritmos y solos, sino también un sostén de regocijo sin igual. Ambos eran un único ente cordófono, haciendo que la música se sintiese tan dentro cual impotencia ante cualquier injusticia actual. Entre clamores de bienestar humano y paz general, el clásico ambiente de los 90’ (donde el punk/rock andaluz de Reincidentes alcanzó su cénit profesional) se reflejó en todos los acordes, líricas y sonido de la actuación. Este sentimiento también se observó en el semblate serio de Manuel, cuya batería se unión al festejo musical desde una perspectiva old school que no envidia (¡para nada!) a los tiempos modernos. Fuera en doble bombo o golpeando los platillos sin piedad, su habilidad continúa igual de brillante y elegante dentro del grupo; ¡siempre con los efluvios juveniles, claro está! Con casi dos docenas de canciones en directo, el público pidió bises a mansalva, ¡porque lo bueno acababa de comenzar!




 

El Drogas


La primera leyenda que entró en la reciente noche y se volvió a consolidar como un pilar fundamental de la cultura nacional fue, como todos esperábamos en la ansiada expectación, el icónico Enrique Villareal, mejor conocido como El Drogas. Bajista de la mítica banda Barricada (¡todo el mundo debería escucharla!) y tras décadas de virtuosismo musical en solitario, la jubilación social no le es un impedimento para que la gente le idolatre cual divinidad sobresaliente en los años de la transición. La casualidad evidenció que el festival cayese en el día de su cumpleaños, hecho que se sumó al espectáculo. Por el reputado artista, ¡lo que sea necesario! Consolidado como cantante en detracción del bajo en su proyecto en solitario, el habitual estilo euskera/navarro de El Drogas conquistó Castilla La Mancha gracias, en gran parte, al recibimiento y cariño de un público que hizo lo imposible y más por disfrutar de una noche de puro Rock N’ Roll como en los años ochenta. Las dos horas de actuación declararon que España no da de lado a su rica historia cultural; si es de la industria extrema, ¡mejor aún!


Es admirable ver que, con sesenta y cinco años justos, El Drogas posee un movimiento corporal invadido por la fiesta y el jolgorio social. Puede bailar una jota aragonesa tan bien como ejecutar un headbanging intenso de cervicalgia asegurada al día siguiente. Desde su portentosa laringe, veinte canciones de Barricada se corearon al unísono en la oscuridad manchega. Incluso Fierabrás, Dulcinea, Rocinante y Barcelona (¡A leer Don Quijote ya!) movieron sus aspas al son de temas legendarios que marcaron a las generaciones de fin de milenio. Por ejemplo, «Mañana Será Igual», «Sean Bienvenidos» u «Okupación». El tono maduro de El Drogas infundió vida propia a las líricas cual artífice de la pasión compositiva, haciendo a la gente soñar en el recuerdo de Barricada y su cuarenta aniversario. Las oleadas de coros, aunados por el resto de la banda, se escucharon en las provincias y comunidades vecinas, sumándose Madrid en la distancia. Mediante un sonido nostálgico y añejo como un bien vino de Jerez, los instrumentos de la banda no se separaron del artista, conformando un cúmulo especial de experiencia y énfasis perfecta. En una sensación fantástica de rock para todos los gustos y colores, fuimos unas merecidas «Víctimas» y miles de «Ovejas Negras» junto a la colaboración de Fernando (Reincidentes). En la recta final del show, «Esta es una Noche de Rock & Roll», «Tan Fácil» y las lágrimas de «En Blanco y Negro» despidieron al músico navarro en un sinfín de ovaciones y aplausos donde el espectáculo hubiera culminado si no fuera por el pelotazo que se nos avecinaba a continuación.




 

Soziedad Alkoholika


Una hora y media de Soziedad Alkoholika haciendo de las suyas en Alcázar de San Juan no lo soportó nadie. No se dice plan detractor, ¡más bien al contrario! El bolo que el grupo vasco dio en el centro geográfico español tuvo una repercusión posterior tan bestial que el público necesitó varios bocadillos para recuperar las fuerzas debido a la resaca a lo largo de la noche. Las melenas quebradas, los puños al aire y miles de gritos de júbilo son la prueba de que el Pirata se coronó al traer a Soziedad Alkoholika como cabezas del cartel junto al Drogas. Hace poco, se estrenó el nuevo disco «Confrontación» (Podéis leer la reseña Aquí). Para el quinteto, un show en directo es el único significado de ofrecer las mejores canciones e hitos musicales de la discografía a una sociedad, de varias generaciones, que creció en mitad de injusticias inolvidables, corrupciones continuas y moral cuestionable. Todavía no se sabe cómo se coló una bengala al comienzo de un moshpit (¡lo bien que quedó, joder!) lo cual quedó grabado para la posteridad. No hubo incidentes reseñables ni nada parecido, y eso que la locura vista en el concierto de S.A. se contagió a todas las edades. Jóvenes crujiendo los dedos de la furia sonora, mujeres golpeando el suelo por la solidez escénica, viejos luchando en una supervivencia del día a día… Aquella actuación se convirtió en otra manifestación de un país que está harto de tanto mamoneo y que sólo le queda la cultura como vía de escape. Las miles de emociones vividas no pudieron ser reprimidas ni a base de palos y porras, pues el momento de desenfreno era ideal.


Sí, se tocaron temas de todas las épocas que ha tenido S.A. en su palmarés de estudio, aunque el aspecto importante del concierto se centró en la actitud directa que rodea al grupo. Comenzando por la retaguardia, Mikel (Childrain, Lampr3a) emergió en la batería cual frescor juvenil que aportó más agresividad al doble bombo y la caja. De los pocos artistas que podrían romper el asfalto a base de redobles insanos, S.A. acertó de lleno con Mikel. Moviéndose por el escenario en ese azogue salvaje que le rodea, Juan no soltó el micrófono ni queriendo. Ladrando por los altavoces, la gente generó moshpits y peleas mutuas gracias a ese tono característico de arraigo al thrash/punk que se ha intentado censurar en España de múltiples formas ilegales. Aparte de las ideologías y los ámbitos políticos, S.A. es historia de un país que no ve el abismo de la ruina, así que la rudeza laríngea de Juan es un símbolo de resistencia. Los graves de Pirulo resonaron por la zona manchega a destajo, provocando que las grietas apareciesen en el casco urbano. Incluso, algunos cristales y vidrios estallaron en la base estructural del bajo y la batería; por ejemplo, botellas de alcohol en las barras. La destrucción final fue el objetivo del pesado y crudo sonido de Jimmy e Iñigo, dos estandartes guitarristas que mezclan sus habilidades en el criterio de instar una revolución. En una iluminación de colores vivos, S.A. aprovechó la tecnología visual trasera con motivo de reivindicar su importancia en España. Nadie quería salvarse de la masacre musical, de modo que la extenuación social en favorecer un clima de apoyo brutal lanzó un lúcido mensaje al futuro de la industria extrema: ¡Más S.A. y metal/rock para un mundo mejor!




 

Boikot


Superar a S.A. era una completa odisea para Boikot, ¡y nadie lo negaría! No obstante, el grupo madrileño sacó su mejor arsenal personal y sonoro para que el punk/ska se posicionase al mismo nivel que el estilo musical previo. Decididos a que el público les aplaudiese con las orejas sin cesar, los seis artistas desplegaron una sensacional puesta en escena que ocupó cualquier rincón disponible. La gente estaba destrozada de múltiples maneras, pero todavía quedaban cuellos intactos y muchas ganas de condenar las injusticias sociales. Los adeptos y fans de Boikot pudieron expresar, en voz alta, su fidelidad hacia un grupo que ha marcado la historia de la capital nacional. A la espera de nuevos álbumes y material en estudio, los himnos escogidos en el setlist se cantaron en favor de una igualdad colectiva que tanta falta hace en la actualidad y en el futuro. Este sentimiento fue el que guió la alegría y gozo del Pirata con Boikot, revelándose como una atracción musical que no deja de crecer. Aunque se nota la edad en los artistas originales y su cercanía al deterioro biológico, el azogue y rabia de los mismos les valió una meritoria mención aparte. La gran cantidad de instrumentos que posee Boikot podría suponer un difícil entramado a la hora de seguir la línea interpretativa; quien tuvo esa idea, ¡erró por completo!


Cada músico realizó una excelente labor en favor del bien grupal, consiguiendo un sonido ejemplar y que hacía distinguir cada línea melódica y armónica sin problema. Por ejemplo, el dúo guitarrista Alberto y Kosta coparon los lados del escenario y auparon los huecos vocales que Juankar se dejaba con su rol de bajista (¿de verdad?). Los ritmos, nítidos y audibles por todo el recinto, animaban el corazón y esperanzaban la fe en una justicia social. Mientras las líricas llegaban del público en rimas y sintonía, Juankar no dudaba en mostrar su deleite embraveciendo el tono hacia la dureza laríngea. Se le veía muy motivado, al punto que sus graves escapaban por sí solos. Grass es un virtuoso de la batería, capaz de aliviar el pesar personal gracias a su templado kit que ponía la nivelización perfecta sin sobrepasar al resto de compañeros. El aspecto técnico les ayudó mucho respecto a la fusión única, y eso que los instrumentos de viento se quedaron con el protagonismo absoluto. Cual ángel del destino, Juan Antonio nos deleitó con su trompeta en el énfasis coral, sin olvidar el acordeón de Xabi, cuyo estilo punkarra es un punto muy novedoso en Boikot. A diferencia de otros conciertos asistidos, Xabi logró ser audible en el show sin depender de accesorios programados, hecho que se agradeció al ser una pieza importantísima de la ambientación. Durante el tiempo de actuación, Boikot consiguió rescatar al público del exterminio de S.A. y les infundió el ánimo e ilusión necesarios para que la fiesta no decayese en plena medianoche alcazareña.




 

Narco


Con el regusto de S.A. todavía pululando por los alrededores en la madrugada después de Boikot, algo más de violencia musical se necesitaba tras el “tranquilo” show de Boikot. Ya que tuvimos a Reincidentes repartiendo leña punkarra desde Sevilla, la apuesta en el rap/core andaluz nos cogió de sorpresa con Narco. Tras ciertos cambios en la formación y la salida del Vikingo MD antes de la pandemia, la banda ha encontrado su lugar estable para seguir el camino de la música extrema, siendo «Parásitos» el último álbum lanzado a finales de 2022. Los cuerpos todavía podían aguantar los embistes sonoros de Narco, y muchos fans coparon la delantera escénica para corear los temas que el dúo vocal ejecutó en distintas texturas tonales. Distorsión y Rey se compenetraron en la excelencia que muchos ya criticaban  previamente sin haberlos visto en directo. La repartición del setlist les quedó muy bien, aunque la ausencia del disco debut «Satán Vive» se notó (¡en demasía!) en los fanáticos más aguerridos y fieles. No obstante, un pequeño fallo de elección no quita rédito al tremendo bolo que se cantó de principio a fin.


Junto a Reincidentes, Narco es una de las máximas expresiones en la crítica social desde el milenio pasado, así que la gente conectó rápido con el estilo rapero y alternativo. Ritmos rotos en síncopas y breaks continuos, un bajo exaltado que tuvo unos pocos de problemas de monitoreo sin lances generales, la genial ambientación y efectos especiales de un teclado potente que hacía saltar al público… ¡No estuvo nada mal! Reímos con las bromas y tonterías de los artistas; ojos como platos viendo a Diablero manejar la guitarra con solvencia a la vez que Amnésico dominaba los graves con su elemental papel en los coros. No hicieron mucha falta, porque entre ambos cantantes y el unísono social, ¡hubo líricas de sobra! Todavía quedan nostálgicos que echan en falta a Manipulador, aunque las dotes percusionistas de Caraperro han encontrado su lugar en Narco desde hace tiempo. Enraizado a través de un surtido elenco de ensayos y mucha dedicación, se convirtió en el protagonista de temas como el hito «Tu Dios de Madera» y la increíble «A Katanaso». Porque se necesitaba un poco de comida y bebida de aguante nocturno; si no, cientos de asistentes se habrían volcado con Narco como leyendas que son de Andalucía en el meollo general. Aun así, el último bocado alternativo del punk/rock no defraudó en su autodeterminación cual líder de las variantes más diversas de la industria extrema.




 

Lépoka


Poco se puede decir de Lépoka que no se sepa ya, aparte del cambio de estilo escénico. El grupo monástico de la cerveza abandona los hábitos en un estilo mucho mas señorial, aunque eso no quita el mérito del actual liderazgo en el folk metal/rock nacional actual. Después de haber triunfado en el Liruprint Fest conquense y con varios conciertos en giras y festivales de renombre, el estreno en tierras manchegas debía ser impoluto. Siguiendo la estela de la presentación de «Dios Está Borracho», las legiones más heavys y extremas del público no vacilaron en recibir a Lépoka con los brazos abiertos y dispuestos a cortejar a los artistas como bien se merecen. Sin recortes en el setlist, el cual permaneció inalterado de anteriores ocasiones, el sexteto levantino nos hizo brindar las bebidas por todo lo alto en la madrugada tardía. Ya se veía gente sobando en los rincones del recinto y alguna fatiga corporal, pero no hubo obstáculos para que los coros se uniesen en «Brindo por Verte», «¿Dónde Vas?» o la incitación rebelde de «A las Calles».


Entre clásicos y un sonido rutinario de calidad aceptable, la pantalla trasera fue dando el espectáculo digital mientras cada músico se ganaba el favor del público cual trabajo en equipo exitoso. Tanto Popez como Dio llamaron la atención con sus guitarras y habilidades personales, Daniel nos hizo bailar al son adjunto de su pequeño violín eléctrico y sonrisas por doquier (¡parecía un crío con el regalo de su vida!). Zaph otorgó graves y coros imponentes en apoyo a Dani, el carismático cantante cuya voz hacía levantar pasiones a múltiples asistentes. Para Zarach, cualquier instrumento a sus manos es un juguete que se explota hasta la saciedad, siendo el adoro perfecto de armonía junto a Daniel. Aliviamos la acuciante sed del «Picorsito» con un «Chupito» y en el tesoro de «El Dorado», anduvimos por la senda del folclore nacional hasta pelear «Contra Viento y Marea» y dejando claro que en la noche manchega, el himno «Yo Controlo» sigue siendo el legado que Lépoka se está forjando en el futuro.




 

Hermana Morfina


Cuando servidor entró en el Hospital Mancha Centro, días después le dijeron: “Hay un intensivista en la UCI que también es heavy como tú”. Poco tiempo pasó hasta conocer al “Chungo” y descubrir que tenía una banda de rock que lideraba junto a su hermano “Richo”, Hermana Morfina (extraño nombre, ¿o no? XD) El año pasado, con las lluvias en la feria, se jodió la oportunidad de verla en directo. En el Pirata, cerrarían el festival para dar paso al DJ local Plan B. Con casi treinta años de trayectoria (¡una cifra considerable!) y un buen puñado de discos de estudio, otra oportunidad de seguir llevando las tierras alcazareñas en el recuerdo del público venía al pelo para el quinteto. Con la reforma de la banda en 2022, el grupo estaba listo para seguir ofreciendo su particular estilo de rock/groove a la sociedad y revindicar el legado que llevan a sus espaldas. Mucha gente (¡qué poca consideración!) se había ido tras Lépoka, pues el cansancio acumulado y las horas de la madrugada incitaban a dormir o seguir de fiesta con churros y chocolate tempranero. Los pocos que permanecimos en pie no nos arrepentimos en contemplar la absoluta dedicación que Hermana Morfina puso en su periodo de show. Muy reseñable era ver la entrega musical que el grupo dio a los asistentes a través de una psicodelia en diversos matices que evocaban a grupos ilustres como The Doors, Hellacopters y, en cierto modo, el espíritu de los Rolling Stones. El sonido general, nítido y liviano, se colaba en los oídos y abría las mentes a un mundo imaginario propio de una anestesia general. Salvo Chungo y Richo, quienes se deshicieron en dar lo mejor de sí, el resto de la banda se concentró en realizar un concierto adecuado sin fallos apreciables. Se nota que los dos hermanos forman el núcleo grupal creativo, y se demostró en la actitud indiferente a la escasez de público, realizando un despliegue personal de disfrute sin igual. Recuperando los clásicos de su discografía, Hermana Morfina finalizó el Pirata con un genial sabor local y que ojalá dure mucho en el panorama actual.




 

Crónica y Fotos: alberto@metaltrip.com
Source: metaltrip.com

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