Qart Hadasht fue el faro ibérico hasta la conquista romana, donde el gran Imperio le otorgó el título de Cartago Nova. Arrebatada a los cartagineses en las guerras púnicas, se convirtió en una de las capitales más bellas, prolíficas e ilustrativas del viejo continente. En la actualidad, su legado cultural ha fusionado las líneas temporales en un vórtice inaudito. La arena deja de teñirse de sangre, la música resuena en las paredes, las bandas desfilan en carruajes de gloria y el público clama a sus ídolos pidiendo diversión social en todo su esplendor. En el Parque del Batel, el Coliseo musical se alza ante el imponente Mare Nostrum, quien observa en silencio. Las batallas por el honor y la calidad interpretativa se dan cita en el magnánimo Rock Imperivm, donde cuatro días de música metal/rock vuelven a escribir una triunfante página en el libro de la Humanidad con el sello de Madness Live!
The Last Internationale
Con una gran mejoría en la organización, la apertura de la segunda jornada del Liruprint fue a manos del abordaje pirata de Ekyrian, una consolidada banda folkie de la capital nacional. Con un estilo muy particular y creando un fantástico ambiente marítimo de aventuras sin fin, el amplio elenco de artistas se ganó al público durante una actuación impecable. Mediante un sonido nivelado y sin fallos apreciables, el grupo saqueó el corazón y almas del festival mediante la presentación de su reciente álbum, «Cuentos Junto a la Hoguera» y varios guiños a los discos anteriores a la pandemia. Para ser una banda numerosa, hay que reconocer que los instrumentos no se solaparon entre ellos, creando una atmósfera bastante inusual que les hizo ser dignos de reseña bastante perfecta.
Con una gran mejoría en la organización, la apertura de la segunda jornada del Liruprint fue a manos del abordaje pirata de Ekyrian, una consolidada banda folkie de la capital nacional. Con un estilo muy particular y creando un fantástico ambiente marítimo de aventuras sin fin, el amplio elenco de artistas se ganó al público durante una actuación impecable. Mediante un sonido nivelado y sin fallos apreciables, el grupo saqueó el corazón y almas del festival mediante la presentación de su reciente álbum, «Cuentos Junto a la Hoguera» y varios guiños a los discos anteriores a la pandemia. Para ser una banda numerosa, hay que reconocer que los instrumentos no se solaparon entre ellos, creando una atmósfera bastante inusual que les hizo ser dignos de reseña bastante perfecta.
Vatican Spectrum
El sabor folkie manchego se hizo esperar en el festival, y no precisamente sólo de la música. Si se trata de mezclar el alcohol con las tradiciones íberas, la mejor opción es llamar a Celtibeerian y la diversión aparece de repente. El adiós de Clara en Ekyrian quedó patente en su inclusión definitiva en su nuevo trabajo de guía en la zanfoña. Quizás éste haya sido el mayor cambio musical reciente, aparte de las nuevas inclusiones de Sergio a la guitarra y Rubén en la percusión. La nueva formación quedó plasmada en el nuevo trabajo musical, «Nertos» el cual se dejó un poco aparte para dar un setlist de repaso a la discografía y enseñar cómo se hace folk metal directo y contundente con una arraigada denominación manchega. El público respondió mucho a la llamada del bebercio, pues una canción de Celtibeerian, sea la que sea, no se siente completa sin una bebida en mano, quitando el agua y refrescos.
El sabor folkie manchego se hizo esperar en el festival, y no precisamente sólo de la música. Si se trata de mezclar el alcohol con las tradiciones íberas, la mejor opción es llamar a Celtibeerian y la diversión aparece de repente. El adiós de Clara en Ekyrian quedó patente en su inclusión definitiva en su nuevo trabajo de guía en la zanfoña. Quizás éste haya sido el mayor cambio musical reciente, aparte de las nuevas inclusiones de Sergio a la guitarra y Rubén en la percusión. La nueva formación quedó plasmada en el nuevo trabajo musical, «Nertos» el cual se dejó un poco aparte para dar un setlist de repaso a la discografía y enseñar cómo se hace folk metal directo y contundente con una arraigada denominación manchega. El público respondió mucho a la llamada del bebercio, pues una canción de Celtibeerian, sea la que sea, no se siente completa sin una bebida en mano, quitando el agua y refrescos.
Cobra Spell
No es raro decir que el folk metal es un estilo tranquilo, bailable y bastante pegadizo; también muy vinculado a la cultura social de una nación. No obstante, existen casos excepcionales a la regla, como sucede con los zaragozanos Salduie. Fuertemente influenciados por la historia íbera en contraposición con los aspectos más crudos de guerras romanas y cierto toque prehistórico, la banda salió al Liruprint para que el público diese rienda suelta a los instintos más primitivos del arte musical extremo. Aunque «Ambaxtos» es el último disco en estudio, los artistas escogieron un setlist corto y amplio que fuese capaz de remover los cimientos de Cuenca, ¡y vaya si lo lograron! Tal fue la rudeza vivida que, después de la actuación, algunos tuvieron que descansar de la brutal experiencia, incluyendo un percance epiléptico. No faltaron tampoco los moshpits, ya que de la misma manera que el grupo se mantenía unido en su labor artística, el público no fue menos. No hubo ni un ápice de piedad en el festival por parte de Salduie, lo cual quedó evidenciado en la tremenda ilusión y ganas que todos los integrantes mostraron durante todo el show.
Mucha gente se quejó por el hecho de que faltasen canciones del álbum «Viros Veramos» en el setlist escogido, pero erraron cuando el empeño de Salduie en «Netón» y «Caraunios» descolocó a los asistentes y liberó una potencia musical inaudita. Si Nehemías ponía su laringe al aspecto lírico, no tardaba en acompañarle Diego con el tono gutural propio de una guerra vocal increíble. La voluntad de ambos cantantes erizaba el cabello, llegando incluso a términos de querer saltar a cantar con ellos. La facilidad de David en la flauta rompía la acritud del ambiente, y eso que el bajo de Daniel no hizo el favor de darle mucho espacio a las suaves y escuetas melodías de algunos temas. Sumando la batería de Sergio en la férrea estructura musical de «Imbolc» y la bestia ejecución de «Descarnatio», Salduie finalizó su actuación con dos clásicos que se corearon en la llegada nocturna, la histórica «Numancia» que se cantó a otro nivel de membresía y otra elegía al consumo de alcohol, «Hidromiel». A pecho descubierto y llevándose la ovación y cariño del entregado público, el grupo zaragozano dio una lección de maestría folkie difícil de olvidar.
Lovebites
En la historia de la música, el folklore ha tenido muchísimas raíces culturales, mencionando la irlandesa, alemana o española, entre otras muchas. Si nos vamos a Madrid, una banda nos abrió un mundo nuevo de composición folkie, llevándose la inspiración al ámbito celta más puro. Puede que fuera la forma de tocar o la relativa originalidad que algunos entendimos a la primera, muchos asistentes quedaron confusos debido al increíble estilo folkie de Kinnia. Si no fuera por la batería, a primera vista estaríamos ante un concierto juglar del medievo, lo cual llamó mucho la atención. No sólo eso fue un aspecto a destacar, sino también el uso del lenguaje sajón y gaélico, siendo el referente Pablo y su rapidez para llevarse a los asistentes a la palma de su mano. Animoso y con una actitud ilusionante, provocó una oleada de entusiasmo general a cada tema que tocaba la banda. Con el álbum «Drink for the Fallen» se apartaron las versiones de las himnos míticos de la historia celta, pero ello no evitó que Kinnia utilizase los covers para ganarse el respeto del festival. Una decisión acertada a pesar de la ignorancia lingüística de todos los presentes, incluyendo servidor.
Sin muchos coros o unísono que pudieran establecerse en los temas del setlist, Kinnia no desaprovechó la oportunidad de hacer vibrar a Cuenca a través de su pulido estilo musical que cada artista desarrolló al máximo. La voz de Pablo resonó en el recinto cual trovador de aventuras inverosímiles, el cual se acompañó de la flauta de José y sus pulmones repletos de energía hasta el fin. Junto a un elenco de instrumentos tradicionales, la guitarra acústica hizo un trabajo espléndido en una envolvencia de otra época. El bajo de Mario dio la base perfecta al sonido de fondo, sin quitar mérito a los hermosos redobles de Arturo, artífice de la multitud de bailes que el público realizó durante la actuación. En última instancia, y no menos importante, el violín de Jezabel se coronó por todo lo alto. Habilidad inaudita, belleza inconmensurable, porte de estrella musical… ¡Sin duda, Jezabel fue la joya más brillante de Kinnia! ¡Ah, que no se me olvide! La versión de «John Ryan’s Polka» nos conmovió al límite del frenesí, y si no sabéis que tema es, acompañad a Rose y Jack, en tercera clase, dentro del Titanic.
Glasya
Con la locura de años que llevamos últimamente, sí es posible que la creación esté algo borracha. Pandemias, guerras, descubrimientos, sociedad… En caso de Dios esté detrás de todo lo acontecido, de verdad que la razón habla por sí sola. La banda castellonense Lèpoka parece haber visto la evidencia y «Dios Está Borracho» se está conformando como el álbum nacional del año; ¡en su género folkie, claro! Con los barriles a cada lado y la escenificación digital de cada tema del completo setlist, el conocido septeto dio un show tan especial que ni ellos mismos se creyeron el éxito rotundo que se logró ante una audiencia que no cesó de ampararlos y seguirles el ritmo de principio a fin. Dudar de que Lèpoka está en su mejor momento es un juego de trileros, y mejor estar en un directo para que la alegría se desborde sin motivo de parar.
La ocasión, única como ella en sí, nos hizo vivir el reciente álbum en todo su esplendor musical, interpretativo y emocionante. Rodeados de un sonido nítido y múltiples ensayos a las espaldas, la banda abandonó su habitual vestimenta monástica en favor de la elegancia que todo religioso ofrece a sus creencias. Esa fue la razón de que la puesta en escena les viene como anillo al dedo, aunque los barriles sobraban, pues quitaban campo de visión en el trasfondo. Temas hubo como colores en el arcoíris, sea «El Baile de los Caídos», la llamada cervecera de «El Picorsito» o un poco de poesía con «Carta a María». Un emotivo clamor antipolítico y antibélico sucedió en «La Misma Habitación» y el fin de las guerras de Oriente próximo. Está claro que Lèpoka se nutre de la sociedad, por lo cual, la ilusión del público mantuvo caldeado el ambiente mediante la atención continua a los artistas. El dúo «Contando al Andar» y «Seguimos en Pie» aunaron el unísono del festival hasta que el clásico «Yo Controlo» y las bebidas al aire cerraron un evento apoteósico e irrepetible gracias a una banda que rompe éxitos en cadena.
Spidergawd
No es raro decir que el folk metal es un estilo tranquilo, bailable y bastante pegadizo; también muy vinculado a la cultura social de una nación. No obstante, existen casos excepcionales a la regla, como sucede con los zaragozanos Salduie. Fuertemente influenciados por la historia íbera en contraposición con los aspectos más crudos de guerras romanas y cierto toque prehistórico, la banda salió al Liruprint para que el público diese rienda suelta a los instintos más primitivos del arte musical extremo. Aunque «Ambaxtos» es el último disco en estudio, los artistas escogieron un setlist corto y amplio que fuese capaz de remover los cimientos de Cuenca, ¡y vaya si lo lograron! Tal fue la rudeza vivida que, después de la actuación, algunos tuvieron que descansar de la brutal experiencia, incluyendo un percance epiléptico. No faltaron tampoco los moshpits, ya que de la misma manera que el grupo se mantenía unido en su labor artística, el público no fue menos. No hubo ni un ápice de piedad en el festival por parte de Salduie, lo cual quedó evidenciado en la tremenda ilusión y ganas que todos los integrantes mostraron durante todo el show.
Mucha gente se quejó por el hecho de que faltasen canciones del álbum «Viros Veramos» en el setlist escogido, pero erraron cuando el empeño de Salduie en «Netón» y «Caraunios» descolocó a los asistentes y liberó una potencia musical inaudita. Si Nehemías ponía su laringe al aspecto lírico, no tardaba en acompañarle Diego con el tono gutural propio de una guerra vocal increíble. La voluntad de ambos cantantes erizaba el cabello, llegando incluso a términos de querer saltar a cantar con ellos. La facilidad de David en la flauta rompía la acritud del ambiente, y eso que el bajo de Daniel no hizo el favor de darle mucho espacio a las suaves y escuetas melodías de algunos temas. Sumando la batería de Sergio en la férrea estructura musical de «Imbolc» y la bestia ejecución de «Descarnatio», Salduie finalizó su actuación con dos clásicos que se corearon en la llegada nocturna, la histórica «Numancia» que se cantó a otro nivel de membresía y otra elegía al consumo de alcohol, «Hidromiel». A pecho descubierto y llevándose la ovación y cariño del entregado público, el grupo zaragozano dio una lección de maestría folkie difícil de olvidar.
Green Lung
En la historia de la música, el folklore ha tenido muchísimas raíces culturales, mencionando la irlandesa, alemana o española, entre otras muchas. Si nos vamos a Madrid, una banda nos abrió un mundo nuevo de composición folkie, llevándose la inspiración al ámbito celta más puro. Puede que fuera la forma de tocar o la relativa originalidad que algunos entendimos a la primera, muchos asistentes quedaron confusos debido al increíble estilo folkie de Kinnia. Si no fuera por la batería, a primera vista estaríamos ante un concierto juglar del medievo, lo cual llamó mucho la atención. No sólo eso fue un aspecto a destacar, sino también el uso del lenguaje sajón y gaélico, siendo el referente Pablo y su rapidez para llevarse a los asistentes a la palma de su mano. Animoso y con una actitud ilusionante, provocó una oleada de entusiasmo general a cada tema que tocaba la banda. Con el álbum «Drink for the Fallen» se apartaron las versiones de las himnos míticos de la historia celta, pero ello no evitó que Kinnia utilizase los covers para ganarse el respeto del festival. Una decisión acertada a pesar de la ignorancia lingüística de todos los presentes, incluyendo servidor.
Sin muchos coros o unísono que pudieran establecerse en los temas del setlist, Kinnia no desaprovechó la oportunidad de hacer vibrar a Cuenca a través de su pulido estilo musical que cada artista desarrolló al máximo. La voz de Pablo resonó en el recinto cual trovador de aventuras inverosímiles, el cual se acompañó de la flauta de José y sus pulmones repletos de energía hasta el fin. Junto a un elenco de instrumentos tradicionales, la guitarra acústica hizo un trabajo espléndido en una envolvencia de otra época. El bajo de Mario dio la base perfecta al sonido de fondo, sin quitar mérito a los hermosos redobles de Arturo, artífice de la multitud de bailes que el público realizó durante la actuación. En última instancia, y no menos importante, el violín de Jezabel se coronó por todo lo alto. Habilidad inaudita, belleza inconmensurable, porte de estrella musical… ¡Sin duda, Jezabel fue la joya más brillante de Kinnia! ¡Ah, que no se me olvide! La versión de «John Ryan’s Polka» nos conmovió al límite del frenesí, y si no sabéis que tema es, acompañad a Rose y Jack, en tercera clase, dentro del Titanic.
Riverside
Con la locura de años que llevamos últimamente, sí es posible que la creación esté algo borracha. Pandemias, guerras, descubrimientos, sociedad… En caso de Dios esté detrás de todo lo acontecido, de verdad que la razón habla por sí sola. La banda castellonense Lèpoka parece haber visto la evidencia y «Dios Está Borracho» se está conformando como el álbum nacional del año; ¡en su género folkie, claro! Con los barriles a cada lado y la escenificación digital de cada tema del completo setlist, el conocido septeto dio un show tan especial que ni ellos mismos se creyeron el éxito rotundo que se logró ante una audiencia que no cesó de ampararlos y seguirles el ritmo de principio a fin. Dudar de que Lèpoka está en su mejor momento es un juego de trileros, y mejor estar en un directo para que la alegría se desborde sin motivo de parar.
La ocasión, única como ella en sí, nos hizo vivir el reciente álbum en todo su esplendor musical, interpretativo y emocionante. Rodeados de un sonido nítido y múltiples ensayos a las espaldas, la banda abandonó su habitual vestimenta monástica en favor de la elegancia que todo religioso ofrece a sus creencias. Esa fue la razón de que la puesta en escena les viene como anillo al dedo, aunque los barriles sobraban, pues quitaban campo de visión en el trasfondo. Temas hubo como colores en el arcoíris, sea «El Baile de los Caídos», la llamada cervecera de «El Picorsito» o un poco de poesía con «Carta a María». Un emotivo clamor antipolítico y antibélico sucedió en «La Misma Habitación» y el fin de las guerras de Oriente próximo. Está claro que Lèpoka se nutre de la sociedad, por lo cual, la ilusión del público mantuvo caldeado el ambiente mediante la atención continua a los artistas. El dúo «Contando al Andar» y «Seguimos en Pie» aunaron el unísono del festival hasta que el clásico «Yo Controlo» y las bebidas al aire cerraron un evento apoteósico e irrepetible gracias a una banda que rompe éxitos en cadena.
Riot City
Con una gran mejoría en la organización, la apertura de la segunda jornada del Liruprint fue a manos del abordaje pirata de Ekyrian, una consolidada banda folkie de la capital nacional. Con un estilo muy particular y creando un fantástico ambiente marítimo de aventuras sin fin, el amplio elenco de artistas se ganó al público durante una actuación impecable. Mediante un sonido nivelado y sin fallos apreciables, el grupo saqueó el corazón y almas del festival mediante la presentación de su reciente álbum, «Cuentos Junto a la Hoguera» y varios guiños a los discos anteriores a la pandemia. Para ser una banda numerosa, hay que reconocer que los instrumentos no se solaparon entre ellos, creando una atmósfera bastante inusual que les hizo ser dignos de reseña bastante perfecta.
Con una gran mejoría en la organización, la apertura de la segunda jornada del Liruprint fue a manos del abordaje pirata de Ekyrian, una consolidada banda folkie de la capital nacional. Con un estilo muy particular y creando un fantástico ambiente marítimo de aventuras sin fin, el amplio elenco de artistas se ganó al público durante una actuación impecable. Mediante un sonido nivelado y sin fallos apreciables, el grupo saqueó el corazón y almas del festival mediante la presentación de su reciente álbum, «Cuentos Junto a la Hoguera» y varios guiños a los discos anteriores a la pandemia. Para ser una banda numerosa, hay que reconocer que los instrumentos no se solaparon entre ellos, creando una atmósfera bastante inusual que les hizo ser dignos de reseña bastante perfecta.
Textures
El sabor folkie manchego se hizo esperar en el festival, y no precisamente sólo de la música. Si se trata de mezclar el alcohol con las tradiciones íberas, la mejor opción es llamar a Celtibeerian y la diversión aparece de repente. El adiós de Clara en Ekyrian quedó patente en su inclusión definitiva en su nuevo trabajo de guía en la zanfoña. Quizás éste haya sido el mayor cambio musical reciente, aparte de las nuevas inclusiones de Sergio a la guitarra y Rubén en la percusión. La nueva formación quedó plasmada en el nuevo trabajo musical, «Nertos» el cual se dejó un poco aparte para dar un setlist de repaso a la discografía y enseñar cómo se hace folk metal directo y contundente con una arraigada denominación manchega. El público respondió mucho a la llamada del bebercio, pues una canción de Celtibeerian, sea la que sea, no se siente completa sin una bebida en mano, quitando el agua y refrescos.
El sabor folkie manchego se hizo esperar en el festival, y no precisamente sólo de la música. Si se trata de mezclar el alcohol con las tradiciones íberas, la mejor opción es llamar a Celtibeerian y la diversión aparece de repente. El adiós de Clara en Ekyrian quedó patente en su inclusión definitiva en su nuevo trabajo de guía en la zanfoña. Quizás éste haya sido el mayor cambio musical reciente, aparte de las nuevas inclusiones de Sergio a la guitarra y Rubén en la percusión. La nueva formación quedó plasmada en el nuevo trabajo musical, «Nertos» el cual se dejó un poco aparte para dar un setlist de repaso a la discografía y enseñar cómo se hace folk metal directo y contundente con una arraigada denominación manchega. El público respondió mucho a la llamada del bebercio, pues una canción de Celtibeerian, sea la que sea, no se siente completa sin una bebida en mano, quitando el agua y refrescos.
Warlock
No es raro decir que el folk metal es un estilo tranquilo, bailable y bastante pegadizo; también muy vinculado a la cultura social de una nación. No obstante, existen casos excepcionales a la regla, como sucede con los zaragozanos Salduie. Fuertemente influenciados por la historia íbera en contraposición con los aspectos más crudos de guerras romanas y cierto toque prehistórico, la banda salió al Liruprint para que el público diese rienda suelta a los instintos más primitivos del arte musical extremo. Aunque «Ambaxtos» es el último disco en estudio, los artistas escogieron un setlist corto y amplio que fuese capaz de remover los cimientos de Cuenca, ¡y vaya si lo lograron! Tal fue la rudeza vivida que, después de la actuación, algunos tuvieron que descansar de la brutal experiencia, incluyendo un percance epiléptico. No faltaron tampoco los moshpits, ya que de la misma manera que el grupo se mantenía unido en su labor artística, el público no fue menos. No hubo ni un ápice de piedad en el festival por parte de Salduie, lo cual quedó evidenciado en la tremenda ilusión y ganas que todos los integrantes mostraron durante todo el show.
Mucha gente se quejó por el hecho de que faltasen canciones del álbum «Viros Veramos» en el setlist escogido, pero erraron cuando el empeño de Salduie en «Netón» y «Caraunios» descolocó a los asistentes y liberó una potencia musical inaudita. Si Nehemías ponía su laringe al aspecto lírico, no tardaba en acompañarle Diego con el tono gutural propio de una guerra vocal increíble. La voluntad de ambos cantantes erizaba el cabello, llegando incluso a términos de querer saltar a cantar con ellos. La facilidad de David en la flauta rompía la acritud del ambiente, y eso que el bajo de Daniel no hizo el favor de darle mucho espacio a las suaves y escuetas melodías de algunos temas. Sumando la batería de Sergio en la férrea estructura musical de «Imbolc» y la bestia ejecución de «Descarnatio», Salduie finalizó su actuación con dos clásicos que se corearon en la llegada nocturna, la histórica «Numancia» que se cantó a otro nivel de membresía y otra elegía al consumo de alcohol, «Hidromiel». A pecho descubierto y llevándose la ovación y cariño del entregado público, el grupo zaragozano dio una lección de maestría folkie difícil de olvidar.
Yngwie Malmsteen
En la historia de la música, el folklore ha tenido muchísimas raíces culturales, mencionando la irlandesa, alemana o española, entre otras muchas. Si nos vamos a Madrid, una banda nos abrió un mundo nuevo de composición folkie, llevándose la inspiración al ámbito celta más puro. Puede que fuera la forma de tocar o la relativa originalidad que algunos entendimos a la primera, muchos asistentes quedaron confusos debido al increíble estilo folkie de Kinnia. Si no fuera por la batería, a primera vista estaríamos ante un concierto juglar del medievo, lo cual llamó mucho la atención. No sólo eso fue un aspecto a destacar, sino también el uso del lenguaje sajón y gaélico, siendo el referente Pablo y su rapidez para llevarse a los asistentes a la palma de su mano. Animoso y con una actitud ilusionante, provocó una oleada de entusiasmo general a cada tema que tocaba la banda. Con el álbum «Drink for the Fallen» se apartaron las versiones de las himnos míticos de la historia celta, pero ello no evitó que Kinnia utilizase los covers para ganarse el respeto del festival. Una decisión acertada a pesar de la ignorancia lingüística de todos los presentes, incluyendo servidor.
Sin muchos coros o unísono que pudieran establecerse en los temas del setlist, Kinnia no desaprovechó la oportunidad de hacer vibrar a Cuenca a través de su pulido estilo musical que cada artista desarrolló al máximo. La voz de Pablo resonó en el recinto cual trovador de aventuras inverosímiles, el cual se acompañó de la flauta de José y sus pulmones repletos de energía hasta el fin. Junto a un elenco de instrumentos tradicionales, la guitarra acústica hizo un trabajo espléndido en una envolvencia de otra época. El bajo de Mario dio la base perfecta al sonido de fondo, sin quitar mérito a los hermosos redobles de Arturo, artífice de la multitud de bailes que el público realizó durante la actuación. En última instancia, y no menos importante, el violín de Jezabel se coronó por todo lo alto. Habilidad inaudita, belleza inconmensurable, porte de estrella musical… ¡Sin duda, Jezabel fue la joya más brillante de Kinnia! ¡Ah, que no se me olvide! La versión de «John Ryan’s Polka» nos conmovió al límite del frenesí, y si no sabéis que tema es, acompañad a Rose y Jack, en tercera clase, dentro del Titanic.
Carcass
Con la locura de años que llevamos últimamente, sí es posible que la creación esté algo borracha. Pandemias, guerras, descubrimientos, sociedad… En caso de Dios esté detrás de todo lo acontecido, de verdad que la razón habla por sí sola. La banda castellonense Lèpoka parece haber visto la evidencia y «Dios Está Borracho» se está conformando como el álbum nacional del año; ¡en su género folkie, claro! Con los barriles a cada lado y la escenificación digital de cada tema del completo setlist, el conocido septeto dio un show tan especial que ni ellos mismos se creyeron el éxito rotundo que se logró ante una audiencia que no cesó de ampararlos y seguirles el ritmo de principio a fin. Dudar de que Lèpoka está en su mejor momento es un juego de trileros, y mejor estar en un directo para que la alegría se desborde sin motivo de parar.
La ocasión, única como ella en sí, nos hizo vivir el reciente álbum en todo su esplendor musical, interpretativo y emocionante. Rodeados de un sonido nítido y múltiples ensayos a las espaldas, la banda abandonó su habitual vestimenta monástica en favor de la elegancia que todo religioso ofrece a sus creencias. Esa fue la razón de que la puesta en escena les viene como anillo al dedo, aunque los barriles sobraban, pues quitaban campo de visión en el trasfondo. Temas hubo como colores en el arcoíris, sea «El Baile de los Caídos», la llamada cervecera de «El Picorsito» o un poco de poesía con «Carta a María». Un emotivo clamor antipolítico y antibélico sucedió en «La Misma Habitación» y el fin de las guerras de Oriente próximo. Está claro que Lèpoka se nutre de la sociedad, por lo cual, la ilusión del público mantuvo caldeado el ambiente mediante la atención continua a los artistas. El dúo «Contando al Andar» y «Seguimos en Pie» aunaron el unísono del festival hasta que el clásico «Yo Controlo» y las bebidas al aire cerraron un evento apoteósico e irrepetible gracias a una banda que rompe éxitos en cadena.
The Darkness
No es raro decir que el folk metal es un estilo tranquilo, bailable y bastante pegadizo; también muy vinculado a la cultura social de una nación. No obstante, existen casos excepcionales a la regla, como sucede con los zaragozanos Salduie. Fuertemente influenciados por la historia íbera en contraposición con los aspectos más crudos de guerras romanas y cierto toque prehistórico, la banda salió al Liruprint para que el público diese rienda suelta a los instintos más primitivos del arte musical extremo. Aunque «Ambaxtos» es el último disco en estudio, los artistas escogieron un setlist corto y amplio que fuese capaz de remover los cimientos de Cuenca, ¡y vaya si lo lograron! Tal fue la rudeza vivida que, después de la actuación, algunos tuvieron que descansar de la brutal experiencia, incluyendo un percance epiléptico. No faltaron tampoco los moshpits, ya que de la misma manera que el grupo se mantenía unido en su labor artística, el público no fue menos. No hubo ni un ápice de piedad en el festival por parte de Salduie, lo cual quedó evidenciado en la tremenda ilusión y ganas que todos los integrantes mostraron durante todo el show.
Mucha gente se quejó por el hecho de que faltasen canciones del álbum «Viros Veramos» en el setlist escogido, pero erraron cuando el empeño de Salduie en «Netón» y «Caraunios» descolocó a los asistentes y liberó una potencia musical inaudita. Si Nehemías ponía su laringe al aspecto lírico, no tardaba en acompañarle Diego con el tono gutural propio de una guerra vocal increíble. La voluntad de ambos cantantes erizaba el cabello, llegando incluso a términos de querer saltar a cantar con ellos. La facilidad de David en la flauta rompía la acritud del ambiente, y eso que el bajo de Daniel no hizo el favor de darle mucho espacio a las suaves y escuetas melodías de algunos temas. Sumando la batería de Sergio en la férrea estructura musical de «Imbolc» y la bestia ejecución de «Descarnatio», Salduie finalizó su actuación con dos clásicos que se corearon en la llegada nocturna, la histórica «Numancia» que se cantó a otro nivel de membresía y otra elegía al consumo de alcohol, «Hidromiel». A pecho descubierto y llevándose la ovación y cariño del entregado público, el grupo zaragozano dio una lección de maestría folkie difícil de olvidar.
Injector
Con la locura de años que llevamos últimamente, sí es posible que la creación esté algo borracha. Pandemias, guerras, descubrimientos, sociedad… En caso de Dios esté detrás de todo lo acontecido, de verdad que la razón habla por sí sola. La banda castellonense Lèpoka parece haber visto la evidencia y «Dios Está Borracho» se está conformando como el álbum nacional del año; ¡en su género folkie, claro! Con los barriles a cada lado y la escenificación digital de cada tema del completo setlist, el conocido septeto dio un show tan especial que ni ellos mismos se creyeron el éxito rotundo que se logró ante una audiencia que no cesó de ampararlos y seguirles el ritmo de principio a fin. Dudar de que Lèpoka está en su mejor momento es un juego de trileros, y mejor estar en un directo para que la alegría se desborde sin motivo de parar.
La ocasión, única como ella en sí, nos hizo vivir el reciente álbum en todo su esplendor musical, interpretativo y emocionante. Rodeados de un sonido nítido y múltiples ensayos a las espaldas, la banda abandonó su habitual vestimenta monástica en favor de la elegancia que todo religioso ofrece a sus creencias. Esa fue la razón de que la puesta en escena les viene como anillo al dedo, aunque los barriles sobraban, pues quitaban campo de visión en el trasfondo. Temas hubo como colores en el arcoíris, sea «El Baile de los Caídos», la llamada cervecera de «El Picorsito» o un poco de poesía con «Carta a María». Un emotivo clamor antipolítico y antibélico sucedió en «La Misma Habitación» y el fin de las guerras de Oriente próximo. Está claro que Lèpoka se nutre de la sociedad, por lo cual, la ilusión del público mantuvo caldeado el ambiente mediante la atención continua a los artistas. El dúo «Contando al Andar» y «Seguimos en Pie» aunaron el unísono del festival hasta que el clásico «Yo Controlo» y las bebidas al aire cerraron un evento apoteósico e irrepetible gracias a una banda que rompe éxitos en cadena.
Fotografía: alberto@metaltrip.com
Prensa: Alberto Wesker V.S. y Ramón G.R.
Source: metaltrip.com